Experimenta constantemente, tanto en técnicas, materiales, soportes, conceptos y temáticas. Alfonso Crespo dialoga con el grabado, collage y pintura. De la abstración con iconografías, buscador de nuevos planteamientos en los que el mundo de los sueños, la capacidad de recrearse a sí mismo del símbolo, la elaboración de la materia y la necesidad de dominio de la técnica predominan, se sumerge en el discurso del diálogo, obteniendo una panorámica sincrética, en la que conjuga su necesidad de cambio constante. En sus collages pretende asentar la materia, pero alejándose de la necesidad de afirmar su grosor, sino representando el espacio, la sutilidad, para mostrar lo efímero de la existencia. Su planteamiento espacial es fundamental, porque lo necesita para expresar la fuerza del símbolo, que exhibe su poderío de manera discreta, pero que se agiganta a partir de la amplitud que lo rodea, introduciendo la facultad de ser perseverante en la potenciación de las ideas que transforman la composición si se estudia con detenimiento. En su obra de grabado oscila desde la abstración, pasando por el culto iconográfico hasta conseguir una creación basada en lo complejo de la temática, mostrando una clara presencia de elementos sueltos que, hilvanados, descubren sus verdaderas intenciones. El sincretismo predomina en su obra pictórica, acuarelas caracterizadas por su contraposición armónica entre la figuración y la abstración, geometría, iconos, símbolos y estructuración orgánica. Hay rostros que ocupan un lugar predominante en la composición, que expresan su facilidad en ser un buscador empedernido de otros mundos dentro del nuestro. Captador de ambientes, situaciones e influencias, en los que la geometría está siempre presente, acompañando su ordenado caos, su predominio de la compartimentación, del dejar fluir las cosas, juntando rostros, formas y líneas. Se vislumbra la composición asimétrica, que se expresa a través de los símbolos. El color ocupa un importante papel dado que determina las zonas, delimita espacios, nutriendo con su presencia el destino de la idea, remarcándola como una ncesidad de dotarla de personalidad añadida. Color que se sujeta al dibujo, que se concentra por zonas, que no supone un desbordamiento, sino una consecuencia de su necesidad de explicar mejor los conceptor que le procupan. Gusta de las combinaciones temáticas y de la mezcla de conceptos, dentro de un cierto carácter surreal implícito, aunque no buscado de forma metódica. Dominador de la escritura automática, del dejar fluir, expresando con la mayor naturalidad un caos que se va ordenando poco a poco, de forma casi ingenua, en la que destaca su voluntad de creer en un marasmo existencial en el que exhibe todas sus preocupaciones, anhelos y temores, pero también su pasado, influencias y su devenir futuro. Dentro de este estado de cosas constatamos una clara ambigüedad calculada, inocencia insinuada en un contexto en el que predomina la verdadera posibilidad de conocer la idiosincrasia de lo sugerido, para entretenerse con la complejidad de los pensamientos deslavazados que, sin embargo, tienen la coherencia precisa de quien sabe mover sus hilos. Joan Lluis Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
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