Es encantadora la aristocracia con que Rosa Elvira bucea en el pasado proustiano de magdalenas al amanecer y lo resucita con un ramo de flores en la mano.
Los personajes, las rosas, las frutas, los retratos, nos lo evoca Rosa Elvira, no con la nitidez exasperante que cada pasado reclama, sino como un sueño incierto, evanescente, casi amable para que no hiera, para que conforte.
Carlos García Bayón
Crítico de Arte.
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