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Sergio Vázquez Santiago Altorrelieve en maderaDespués de miles de años de invención de formas, de búsqueda de expresiones plásticas, Sergio Vázquez, voluntad insólita, razonar constante, es capaz de innovar desde viejas artesanías para darnos una obra inquietante donde funde y confunde pensamiento, escultura, pintura. Incisiones, erosiones, relieves, se ensamblan y quedan como aprisionados, tal que agobiados en un rectángulo, en un cuaderno que es materia y color, desperdicio reciclado, alusión de tótem, símbolo esotérico, entre arpilleras, sílices, rugosidades, cuchilladas, agresiones mil. Como gustaría de decir Octavio Paz, es el signo y el garabato, homenaje al dios sanguinario, observación de lo aparentemente inútil para que recobre validez y constituya, al fin una semiótica inquietante que precisa de la colaboración atenta y activa del espectador para completarse y ser uno y múltiple. Bajo la epidermis de lo convencional está el músculo, la víscera, la nervadura de otra verdad intuible, que de su mano aflora y se impone, avasallante, anegadora. Es la geometría para la plástica tras la cartesiana duda razonable. Es el tiempo que carcome, daña, transforma, modela y pinta. Es el olvido recobrado desde la añoranza y la dentellada. Por la mente del artista pasó el cataclismo, la incontenible fuerza de lo telúrico, dejando aparentes magmas, víveres de las entrañas de la tierra, restos de culturas que desaparecieron. ¿Cómo es posible ordenar desde el desorden deliberado? ¿Se puede construir desde la ruina y el abandono?. Sí, siempre que se posea una mente como la de este gallego de Narón que, como todo auténtico artista, es un gran mentiroso que al fin dice la verdad, su verdad, después de haber reflexionado sobre las experiencias de mil y un nombre -Lucio Muñoz, Millares, Victoria, acaso hasta Alberto Sánchez-, y entender que nada es viejo ni nuevo si se logra arrancar vida, emoción estética, de lo aparentemente más inútil y despreciable. Mente compleja, habilidad manual notable, pensamiento hondo y viajero, por el mundo todo, por las culturas más variadas, y alrededor de su propio cráneo, cuyas sienes deben latir en venas abultadas como esos cursos imaginarios de ríos secos en paisajes más oníricos que reales. Debía saberlo casi tod antes de acudir a la Academia, no a aprender, sino a fijar y seleccionar su riquísima mente, para reiterar que Edmundo, el mondo Schopenhauer, es voluntad y representación, y que un creador es, heiddeggerianamente, ser y tiempo. Espectáculo fascinante el de las escultopinturas de Sergio Vázquez, laberintos kafkianos, vanguardia agresiva, testimonio de milenios, síntesis demisúrgica, que impresiona e inquieta en su extraña belleza, ajena a toda comodidad; esfuerzo improbo, paradójico, puesto que grita desde su silencio escueto, desde su compleja humildad matética. Necesario y urgente es que museos y colecciones que se precien de importantes incorporen a este artista que con el secreto a voces de su entrega a la creación es un nombre señero y diferenciado en la plástica contemporánea. Francisco Pablos (A.E.C.A.)
De la Real Academia de Bellas Artes
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La puerta de un Infierno 120 X 100
Madera, tela, polvo de mármol, acrílicos.
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El adorno de mi Historia 90 X 90
Madera, tela, polvo de mármol, acrílicos.
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La presa 120 X 100 cm.
Técnica mixta. Maderas, marmol, arena de silex, acrílicos y óleo.
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Los tabues que nos legaron 120 X 100 cm.
Madera, tela, polvo de mármol, acrílicos.
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El reducto a la Nostalgia 100 X 90 cm
Madera y yeso
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Podrian Ser 137 X 114 cm.
Técnica mixta sobre madera. |