El pintor Eduardo Baamonde ofrece en la Rivas Briones una muestra pictórica cargada de reflexión, denuncia y evasión
¿Vivimos en la sociedad del conocimiento y las relaciones humanas o en la de la explotación de los poderosos a los oprimidos y el aislamiento tecnológico de los individuos que la componen? Eso se pregunta el artista Eduardo Baamonde en la colección que ofrece al público en la Sala Rivas Briones de Vilagarcía hasta el 12 de septiembre. El pintor y profesor vilalbés tiene claro que el mundo actual es un lugar “muy diferente” al que conoció de joven y para que el público pueda reflexionar sobre ello le regala un viaje desde las islas de los sueños,en las que el mismo se evade cuando necesita estar solo, hasta un lugar poblado por figuras circenses ataviadas con grandes sombreros que observan al observador con indiferencia,precisamente, para que este no se sienta como ellos.
"Está pasando algo muy gordo. Estamos encarcelados y manipulados intensamente. Pensamos que somos más libres que nunca precisamente cuando más controlados estamos', se sincera Baamonde que presenta a sus "melancómicos" precisamente como figuras que reflejan a opresores y oprimidos ante el espejo del que los ve.
“La realidad es casi toda mentira, estamos controlados y creemos ser libres"
El artista se siente preocupado por el control que el individuo puede sufrir a través de las nuevas tecnologías, el aislamiento que estas generan en las personas que, estando cerca se sienten tan distantes, probablemente, porque esas mismas tecnologías las atan a otros individuos físicamente distantes.
Una ironía,la de la influencia de las máquinas en las relaciones humanas,que el pintor enlaza con la critica social contra aquellos "poderosos” que "nos miran mientras se llenan los bolsillos despreocupados por la crisis que causaron".
No se trata, no obstante de que quien llegue a la sala Rivas Briones se encuentre con el trabajo ya he cho. Baamonde, pese a tener alma de ilustrador de historias y viajes, reconoce que quiere “jugar con el espectador para que desvele él mismo las cosas que se ven" en sus cuadros. “Quiero plantearle interrogantes". “La realidad es casi toda mentira", sentencia con cierto toque pesimista el vilalbés, aún matizando que "es el humor lo que nos diferencia de los animales, lo que nos salva. Un hombre puede estar al borde de la muerte y liberarse con una sonrisa irónica".
Ese humor, esa ironía y esa reflexión están presentes en los cuadros que el visitante podrá ver nada más entrar en la sala de exposiciones. Obras como la de “Eva sorprendida por cinco melancómicos”, en los que estos personajes sostienen una copa de vino delante del árbol de la fruta prohibida y miran al observador como si él también fuese a caer en la tentación.
En esta parte de la muestra también pueden disfrutar de las "illas", un “territorio fronterizo entre la realidad y los sueños". El propio Baamonde hace un ejercicio de traslación, de evasión autocumplida, cuando recicla imágenes reales captadas por su pincel en plena calle y las transporta a estas islas vacías, iluminadas con los faros, "símbolo de la iluminación intelectual", en las que se siente tan a gusto que invita a los visitantes a unírsele.
Al lado de las "illas" están las construcciones de "equilibrio inestable", una crítica explícita a la especulación inmobiliaria en la costa gallega en forma de casas colgando de acantilados y torres a punto de venirse abajo. También hay lugar para "reflexionar sobre la pervivencia de la memoria" con las epicromías, que mezclan arquitectura y figuras infantiles.
En la primera planta se encuentra una isla muy diferentes, como la del "Faro morto de pena", en el que un posible alter ego de Baamonde llega a su tierra prometida y se la encuentra devastada. "No se puede obtener conocimiento sin esfuerzo", apunta el autor recordando la figura alegórica de los faros.
"Me obsesionan la luz y la composición y mostrar lo que se ve con el corazón”
En esta planta también se pueden contemplar algunos de las pinturas rápidas que Eduardo Baamonde hizo a pie de calle en Ferrol, Pontevedra, Lugo o Torrelavega. "Lo que más llama la atención a la gente cuando ve mis obras es la luz. Estoy obsesionado por la luz y la composición, son la parte más importante del cuadro", se sincera.
Además de las piezas que cuelgan de las paredes de la Rivas Briones, la exposición también cuenta con tres vitrinas en las que se pueden ver algunos de los cuadernos de viajes y libros ilustrados (y a veces, como en las obras infantiles, también escritos) por el protagonista de la colección. Junto al resultado final de estas guías y obras de ficción se muestran dibujos originales que, incluyendo los pequeños errores, fueron trasladados a las versiones para impresión. Y es que, aunque la mayor parte de la vida sea mentira, uno todavía puede permitirse el lujo de ser auténtico.
Damián Pereira
Faro de Vigo 26/08/2014
© Eduardo Baamonde