Carlos Bóveda era un tipo entrañable que hablaba con pasión de lo que hacía, de su pintura, de sus cuadros y también de su familia. Pero nada más. Ni se vendía ni permitía que nadie lo vendiera (promocionalmente hablando, se entiende). Yo era un joven periodista y quedé tan deslumbrado como sorprendido. Deslumbrado por la fuerza de su pintura, por el sosiego de sus palabras, por el amor que sentía hacia todo lo que hacia y sorprendido, muy sorprendido, de que Carlos Bóveda no sonará más allá de ambientes muy reducidos en un mundo cultural que empezaba a despuntar.
José Antonio Pérez Docampo
Subdirector de “E| Correo Gallego”
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El Carlismo Bovediano
Un artista refleja lo que piensa, lo que ve, lo que siente...
Carlos escudriñó durante años en la memoria a fin de certificar un anhelo nostálgico, "arelanza saudosa" como diría Otero pedrayo. Una "saudade" que le estimuló y le provocó gorjeos de piedra, tierra, madera y herrumbre, y una "morriña" que le doblegó a maternidades, gaiteros, pescantinas, "cruceiros", montes, campos, tabernas... Esta es la fortaleza de la expresividad de Bóveda, directa y sencilla.
Esta es la Galicia de Bóveda, desde los tiempos de A Ponte, pasando a los aires pamperos, hasta que sus cansados ojos se cerraron en un rincón gozoso de compostela donde sentía las campanadas de la Berenguela y los trinos de los pájaros.
Miguel Piñeiro
(Del libro publicado por la Xunta de Galicia, dedicado a Carlos Bóveda)
Carlos Bóveda, un pintor limpio y sin mañas
Carlos Bóveda, pintor de su tierra natal, ausente de su nativo Cesures y avecindado en esta segunda Galicia bullente que es Buenos aires, expresa con su paleta a cielo abierto, la inconfundible señal del hombre y de la mujer y de los nenos comprovincianos de sus lares, el modo de ser y de luchar y de la espera paciente de las gentes de su terruño. La espera, siempre la espera dramatizando el alma de Galicia. Pintura que se asocia a los muchos y laureados artistas que integran la homogénea y venturada escuela de la plástica gallega y que tuvieron y tienen por adelantados de la misma a Castelao, Maside y Couto, Souto y Seoane y Laxeiro y tantos mas, sin omitir a Marcos de Abeleda y Castro Couso, activos en el quehacer pictórico e injertados en esa linea.
Ignacio Vázquez Maza
Buenos Aires, junio de 1969
Exposición de Carlos Bóveda en el Centro Pontevedrés
Voy a referirme a uno de los expositores, el joven artista Carlos Bóveda. Un pintor de extraordinario vigor expresivo. Un pintor que tiene en sus manos todas las posibilidades para realizar una obra trascendente. Aferrado a una temática que revive, en cada obra, los mejores momentos y lugares de su vida, Galicia.
El arte no tiene fin en si mismo, sino que su obra es una consecuencia, quizá un medio; en cambio reúne mil facetas de realización del ser humano, entre otras cosas permite la liberación de las angustias que carcomen al artista cuando no provocan otras nuevas. Ayuda a la evocación de momentos y lugares sentidos en otras dimensiones de tiempo y espacio, y a veces, también ayuda al individuo a publicitarse o a ganar dinero; claro que cuando estas dos últimas son las priman, quedan anuladas todas las demas.
En Carlos Bóveda ésto no se da. Tiene una fuerza interior que lo lleva a querer comunicar toda la ternura que le inspira su tierra nativa, sus gentes, sus cosas. Busca unicamente entonar su propio canto.
Alberto Castro Couso
Correo de Galicia, Buenos Aires, mayo 1967